A nivel mundial, estos
accidentes se ubican entre las enfermedades con mayor probabilidad de ocasionar
la muerte, además causan graves secuelas neurológicas y algunas discapacidades
permanentes en las personas que los padecen. La probabilidad de recaer en ellos
es elevada y disminuye notablemente la calidad de vida.
Factores de riesgo
Las situaciones que
incrementan el riesgo de padecer un accidente cardio-vascular se pueden dividir
en dos grupos: aquellos que no son modificables y los que sí lo son.
El primer grupo integra
circunstancias en las que no se puede intervenir para disminuir la probabilidad
de padecer un ACV, por ejemplo, la edad. Incluso, a partir de los 35 años, el
riesgo aumenta hasta duplicarse cada década.
La alteración en los niveles
de colesterol, el alto consumo de alcohol, obesidad, falta de actividad física,
diabetes e intolerancia a la glucosa, aunque no tienen una relación tan
intensa, también son factores de riesgo modificables. Al igual que las
enfermedades cardíacas previas y el consumo de sustancias ilegales, como la
cocaína.
Es decir que un hombre de 60
años, hipertenso, con obesidad y colesterol alto, fumador y que consume bebidas
alcohólicas frecuentemente, tiene mayor riesgo de padecer un infarto o
hemorragia cerebral.
Prevención
En esta época, las personas
desean resultados inmediatos con el menor esfuerzo posible, pero hablando de
accidentes cerebro-vasculares, la recomendación es dedicar más tiempo en cambiar
nuestro estilo de vida para evitarlos.
Para el doctor Mario Alberto
Suárez Calderón, presidente del Consejo de Administración y director médico del
Instituto Geist, Neurocirugía y Ortopedia, contar con buenos hábitos a lo largo
de nuestra vida nos fortalece y nos prepara para poder tener claridad mental y
un cerebro sano con todo su potencial.
El instituto cuenta
con un equipo multidisciplinario especializado en diferentes ramas de la
neurocirugía para atender todo lo relacionado con el sistema nervioso central.
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